Villa de Grado - Asturias - España
Biografías
La Historia de San Valentín
San Valentín fue un mártir que murió en el año 270
de nuestra era. Fue muerto por orden del emperador Claudio II.
En aquellos tiempos, los cristianos eran perseguidos y condenados por manifestar
la fe religiosa de Jesús, pero aún así Valentino lo manifestaba
libremente sin temor.
El joven Valentino, dedico su vida a la profesión de su fe y se convirtió
en un fiel seguidor de la doctrina de Cristo en tiempos en que serlo era una
afrenta al poder dominante de esos tiempos.
El emperador Claudio ordenó prohibir el culto cristiano y promover la
adoración a doce dioses, declarando que todo aquel que fuese cristiano
o que se asociara o comerciara con cristianos, recibiría el peor de los
castigos.
Valentino, haciendo caso omiso de esas prohibiciones continuaba igualmente propagando
la fe en Cristo, su doctrina y sus ejemplos. Bendecía a las parejas que
acudían a él para casarse y al poco tiempo llegó a oídos
del emperador las actividades de Valentino. Envió por él a sus
soldados que lo apresaron y lo encerraron en prisión. Aún así,
Valentino continuaba firme en sus creencias.
Según cuenta la leyenda, había un carcelero que había visto
en Valentino a una persona muy culta y de buen corazón, solicitó
permiso entonces para que Valentino diera clases a su hija la cual era ciega
de nacimiento, que le enseñara lo que sus padres no podían y quizás,
en el fondo probar la capacidad de Valentino y su fe.
Valentino y la niña ciega, de nombre Julia, hicieron muy buena amistad,
ella aprendía con gusto todo lo que Valentino le enseñaba en las
tardes. Asimismo le transmitía un ferviente amor a Cristo y a la naciente
fe cristiana. Le enseñó a rezar y a pedir a Dios según
Jesús lo enseñara. Un día la niña le preguntó
a Valentino si realmente Dios escuchaba nuestras oraciones:
Sí, niña mía !, realmente Dios escucha y atiende las súplicas
de todos aquellos que con fe y corazón ferviente oran solicitando sus
gracias.
Sabes, Valentino, todas las noches rezo y pido a Dios que algún día
me deje ver con mis ojos todas aquellas cosas tan bonitas que tu me enseñas.
Que me permita ver lo que nunca pude por ser ciega desde mi nacimiento.
Dios siempre hace lo mejor para sus criaturas y tú mi pequeña
amiga eres su dulce criatura, por lo que creo te otorgará la posibilidad
que le solicitas algún día.
Sí Valentino, sé que Dios oirá mis suplicas. Creo en Dios
y tengo fe.
Entonces colmada de alegría y rebosante de esperanza se arrodilló
frente a Valentino que tomándola de las manos la levantó y con
la mano subió el rostro de Julia que al abrir los ojos exclamó:
¡ Puedo ver ! Valentino ! puedo ver ! Gracias a Dios, que me ha dado la
visión. Veo una enorme luz ahora.
Fue en ese momento que la celda se inundó de una luz brillante, suave
y cálida. Se arrodillaron los dos y rezaron una oración.
Enterándose el pueblo del milagro sucedido con la niña ciega y
llegando a oídos del implacable emperador que estaba empecinadamente
en contra de los cristianos y ahora especialmente de Valentino, lo envió
ejecutar el día 14 de febrero del año 270 cerca de una puerta
que luego sería recordada como la Puerta de Valentino en homenaje a su
memoria.
Fue enterrado en Roma donde hoy está la iglesia de Praxedes. Junto a
su tumba fue plantado un almendro con flores rosadas que según cuentan,
fue Julia que lo planto allí por el gran amor que sentía por su
querido amigo y maestro que le enseñó a amar a Dios mas que a
cualquier otra cosa.
Ella guardo por siempre la última carta de su amigo en la que le decía
que nunca renunciara a su fe, que glorificara a Dios y compartiera con los que
menos tenían todas las esperanzas y que él siempre oraría
por ella....
"Con todo mi amor, de Valentino"
Rosario de Acuña
nació en Pinto (Madrid) en 1851 y murió en Gijón en 1923.
Fue la primera mujer que habló desde la tribuna del Ateneo de Madrid
en 1884 y la segunda mujer del siglo XIX en estrenar en el "Teatro Español".
"Ella ha abordado todos los géneros de la literatura, la tragedia,
el drama histórico, la poesía lírica, el cuento, la novela
corta, el episodio, la biografía, el pequeño poema, el artículo
filosófico, político y social, y la propaganda revolucionaria".
(Benito Pérez Galdós)
"Dichosa usted, señora, que puede brillar entre los hombres por
su talento, y entre las mujeres buenas por su bondad. Natural es, por consiguiente,
que merecer el afecto de usted, alegre y envanezca a su respetuoso y apasionado
amigo y servidor". (Manuel Tamayo y Bauss)
Fue una mujer preocupada por su condición: ensayista, escritora,
Nació en Madrid en el año 1851, en el seno de una familia aristocrática
de la que heredará el título de "condesa de Acuña",
que no utilizará nunca. Son sus padres Felipe de Acuña y Dolores
Villanueva y desciende de la familia del obispo Acuña, impulsor de la
rebelión de las Comunidades castellanas en la época de Carlos
V.
Con graves problemas en la vista desde su nacimiento (de los cuatro a los dieciséis años estuvo casi ciega), mejoró algo con el tiempo, pero sin llegar nunca a disfrutar de una visión correcta. Tenía, sin embargo, una vigorosa complexión física, a la que sin duda ayudaba la saludable vida en el campo que solía llevar.
En sus primeros años asistió a un colegio de monjas, pero su ceguera le impidió continuar las clases y le facilitó, en cambio, ese gusto por la introspección tan evidente en toda su obra. Comienza a viajar al extranjero, en cuanto sus condiciones físicas se lo permiten, y adquiere una formación desconocida en otras jóvenes de su tiempo.
En 1867, visita la Exposición de París y reside en Italia durante el periodo en que su tío, el historiador Antonio Benavides, es embajador. También viaja durante esos años por Francia y Portugal.
Los primeros trabajos que conocemos, fechados en 1874, son poesías publicadas en la prensa y pronto aparecerá su primer libro, también en verso.
En el año 1876, se produce un acontecimiento memorable: el extremo de
su primera obra de teatro, Rienzi el Tribuno (drama trágico en dos actos
y epílogo: es un alegato contra la tiranía, inscrito en la corriente
renovadora del teatro historicista romántico), en Madrid y en el teatro
del Circo, para lo que contó con el apoyo familiar.
En 1882, empieza a hacer públicas sus ideas en una revista específicamente femenina, El Correo de la Moda, la revista de más larga duración del pasado siglo y en la que colaboraban los principales autores de la época.
El fallecimiento de su padre a los 55 años, en 1883, supuso un duro golpe del que tarda en recuperarse y que la obliga a suspender sus trabajos durante una larga temporada. En adelante, su padre aparecerá siempre como el destinatario de sus principales obras.
El año 1884 es importante para todas las mujeres españolas porque, por primera vez, en un hecho sin precedentes, una de ellas, Rosario de Acuña ocupará la cátedra del Ateneo de Madrid para ofrecer una velada poética de gran resonancia en los ambientes literarios.
A comienzos de 1885, se adhiere públicamente a la causa de los librepensadores y colabora en Las dominicales del Libre Pensamiento. Empieza una etapa en su vida en la que la sociedad bienpensante reconocerá en ella su talento, pero desaprobará lo que consideran un extravía en una mujer que se permite publicar a los cuatro vientos lo que piensa, a pesar de ir contracorriente de las modas y del pensamiento conservador dominante.
En marzo de 1888, pronuncia dos conferencias en el Fomento de las Artes, sobre "Los convencionalismos" y "Las consecuencias de la degeneración femenina", que tratan sobre la condición de la mujer. Su preocupación por la "regeneración" de la nación española, que sólo es posible mediante el protagonismo creciente de la juventud, es otra constante de estos años.
Tras el polémico estreno de su obra, El Padre Juan, en 1891 (drama en tres actos y en prosa: compendio de sus ideas sobre la sociedad de su tiempo), continúa sus recorridos por España y Europa. Siempre viaja a caballo para no perder el contacto con los campesinos y obreros de los lugares más recónditos. Lleva también a la práctica lo que aconseja en sus libros, y se pone al frente, durante una temporada, de una granja avícola experimental que tiene en Cueto (Santander), cerca del lugar donde reside su madre.
En 1909, recuerda una antigua invitación de los directivos del Ateneo-Casino Obrero de Gijón, realiza gestiones y se organiza para vivir los últimos años de su vida en un lugar apacible y frente al mar Cantábrico. Es así como decide asentarse en nuestra Villa. Colabora, sin cobrar nunca, en periódicos americanos y las Hojas Libres que editaba Bonafoux en París y Londres.
En 1911, a causa de un polémico artículo, con el que respondía a la agresión sufrida por unas estudiantes extranjeras y españolas a cargo de unos zafios universitarios madrileños, se organizan protestas y algaradas públicas, apoyadas por Acción Católica, pidiendo su ingreso en prisión. Ante el cariz que toman los acontecimientos, decide exiliarse en Portugal -donde pasa cuatro años- hasta el momento que la indulta el conde de Romanones, cuando éste se hace cargo del Gobierno. Los acontecimientos que habían de acompañar este destierro no hacen sino empeorar su situación económica y la obligarán a vivir con gran modestia en su casita del Cervigón (Gijón), hasta el día de su muerte, que ocurre el 5 de Mayo de 1923.
Entre tanto, en Gijón, se había convertido en una figura respetada y controvertida. Para unos, heroína clarividente; para otros, una mujer poco digna de la consideración que se le profesaba.
Su obra literaria, nutrida con manifestaciones de todos los géneros, corrió desigual suerte. Los textos que resistido mejor el paso del tiempo y las modas estilísticas han sido los cuentos, artículos de opinión -que nunca dejaban a nadie indiferente- y algunos poemas sueltos, entre los que destacan los inspirados en los elementos de la Naturaleza.
En Gijón, quizá la ciudad que mejor supo guardar su nombre, durante unos pocos años de la Segunda República, una carretera que conducía a su antigua casa se llamó "Avenida de Rosario de Acuña". Después, durante el largo periodo de la Dictadura, una lápida en el Cementerio Civil, una casita emblemática en los parajes que hoy llevan su nombre y unas manos anónimas que nunca faltaron cada primero de Mayo para dejarle flores en su tumba, mantuvieron hasta hoy encendida la memoria de la escritora. Que perviva aún más en el tiempo es la intención de nuestro Instituto cuando decide adoptar su nombre.
Miguel de Cervantes Saavedra
Dramaturgo, poeta y novelista español
Considerado como el más grande escritor español de todos los tiempos, y uno de los mejores escritores universales. Nació probablemente el 29 de septiembre de 1547 en Alcalá de Henares, Madrid. Fue bautizado en la iglesia de Santa María el 9 de octubre de 1547. Fue el cuarto de siete hijos del cirujano-barbero Rodrigo de Cervantes y de Leonor de Cortinas. Parece ser que estudió con los jesuitas en Córdoba o Sevilla y quizás en Salamanca. Durante su adolescencia vivió en distintas ciudades españolas (Madrid, Sevilla). Cuando cumplió veinte años, abandonó su país para abrirse camino en Roma, ciudad donde estuvo al servicio del cardenal Acquaviva. Recorrió Italia, se enroló en la Armada española y en 1571 participó en la batalla de Lepanto. Fue en esta batalla, donde perdió el movimiento del brazo izquierdo, por lo que fue llamado el Manco de Lepanto. Mientras regresaba a España, en el año 1575, fue apresado por los corsarios y trasladado a Argel, donde sufrió cinco años de cautiverio (1575-1580). Fue liberado gracias al rescate pagado por el fraile trinitario fray Juan Gil. El 27 de octubre llega a las costas españolas y desembarca en Denia (Valencia) su cautiverio ha durado cinco años y un mes. Partió hacia Madrid y a su llegada, se encontró a su familia en la ruina. Al poco tiempo contrae matrimonio en Esquivias (Toledo) con Catalina de Salazar y Palacios. Publica La Galatea (1585) y lucha, sin éxito, por destacar en el teatro. Sin medios para vivir, marcha a Sevilla como comisario de abastos para la Armada Invencible y recaudador de impuestos. Es allí donde le encarcelan por irregularidades en sus cuentas. Cuando es puesto en libertad se traslada a Valladolid. Es posible que se iniciara en la literatura bajo la supervisión y en la amistad del humanista y gramático López de Hoyos. Entre 1590 y 1612 escribió una serie de novelas cortas que, después del reconocimiento obtenido con la primera parte del Quijote en 1605, acabaría reuniendo en 1613 en la colección de Novelas ejemplares. Esta colección se inicia con La gitanilla, fantasía poética creada en torno a la figura de Preciosa y la relación entre la gitanilla y un joven capaz de renunciar a su alcurnia por amor. En contraste con tan embellecido marco sigue El amante liberal, novela bizantina de amor y aventuras, con las adversidades que Ricardo y Leonisa han de superar antes de su matrimonio. Don Quijote de la Mancha, hoy en día considerada como una obra universal. Se cree que la comenzó a escribir mientras se encontraba en la cárcel a finales del siglo XVI. Ya en el verano de 1604 estaba terminada la primera parte, que apareció publicada a comienzos de 1605 con el título de El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha. Tuvo un éxito inmediato. En 1614 aparecía en Tarragona la continuación apócrifa escrita por alguien oculto en el seudónimo de Alonso Fernández de Avellaneda, quien acumuló en el prólogo insultos contra Cervantes. Por entonces éste llevaba muy avanzada la segunda parte de su inmortal novela. La terminó muy pronto, acuciado por el robo literario y por las injurias recibidas. Por ello, a partir del capítulo 59, no perdió ocasión de ridiculizar al falso Quijote y de asegurar la autenticidad de los verdaderos don Quijote y Sancho. Esta segunda parte apareció en 1615 con el título de El ingenioso caballero don Quijote de la Mancha. En 1617 las dos partes se publicaron juntas en Barcelona. Y desde entonces el Quijote se convirtió en uno de los libros más editados del mundo y, con el tiempo, traducido a todas las lenguas con tradición literaria. Cervantes afirmó varias veces que su primera intención era mostrar a los lectores de la época los disparates de las novelas de caballerías. En efecto, el Quijote ofrece una parodia de las disparatadas invenciones de tales obras. Pero significa mucho más que una invectiva contra los libros de caballerías. De nuevo es encarcelado a causa de la muerte de un hombre delante de su casa. En 1606 regresa con la Corte a Madrid. Vive con apuros económicos y se entrega a la creación literaria. En sus últimos años publica las Novelas ejemplares (1613), el Viaje del Parnaso (1614), Ocho comedias y ocho entremeses (1615) y la segunda parte del Quijote (1615). El triunfo literario no lo libró de sus penurias económicas. Durante sus últimos meses de vida, se dedicó a Los trabajos de Persiles y Segismunda (de publicación póstuma, en 1617). En 1616, enfermo de hidropesía, en abril profesa en la Orden Tercera. El 18 del mismo mes recibe los últimos sacramentos y el 19 redacta, "puesto ya el pie en el estribo", su último escrito: la dedicatoria del Persiles. Falleció el 22 de abril de 1616 en Madrid y es enterrado con el sayal franciscano, en el convento de las Trinitarias Descalzas de la actual calle de Lope de Vega. Sus restos mortales se perdieron.
Fragmento de Don Quijote de la Mancha
CAPÍTULO I
Que trata de la condición y ejercicio del famoso hidalgo don Quijote de la Mancha
En un lugar de la Mancha, de cuyo nombre no quiero acordarme, no ha mucho tiempo
que vivía un hidalgo de los de lanza en astillero, adarga antigua, rocín
flaco y galgo corredor. Una olla de algo más vaca que carnero, salpicón
las más noches, duelos y quebrantos los sábados, lantejas los
viernes, algún palomino de añadidura los domingos, consumían
las tres partes de su hacienda. El resto della concluían sayo de velarte,
calzas de velludo para las fiestas, con sus pantuflos de lo mesmo, y los días
de entresemana se honraba con su vellorí de lo más fino. Tenía
en su casa una ama que pasaba de los cuarenta, y una sobrina que no llegaba
a los veinte, y un mozo de campo y plaza, que así ensillaba el rocín
como tomaba la podadera. Frisaba la edad de nuestro hidalgo con los cincuenta
años; era de complexión recia, seco de carnes, enjuto de rostro,
gran madrugador y amigo de la caza. Quieren decir que tenía el sobrenombre
de Quijada, o Quesada, que en esto hay alguna diferencia en los autores que
deste caso escriben; aunque, por conjeturas verosímiles, se deja entender
que se llamaba Quejana. Pero esto importa poco a nuestro cuento; basta que en
la narración dél no se salga un punto de la verdad.
Es, pues, de saber que este sobredicho hidalgo, los ratos que estaba ocioso,
que eran los más del año, se daba a leer libros de caballerías,
con tanta afición y gusto que olvidó casi de todo punto el ejercicio
de la caza, y aun la administración de su hacienda. Y llegó a
tanto su curiosidad y desatino en esto que vendió muchas hanegas de tierra
de sembradura para comprar libros de caballerías en que leer, y así,
llevó a su casa todos cuantos pudo haber dellos; y de todos, ningunos
le parecían tan bien como los que compuso el famoso Feliciano de Silva,
porque la claridad de su prosa y aquellas entricadas razones suyas le parecían
de perlas, y más cuando llegaba a leer aquellos requiebros y cartas de
desafíos, donde en muchas partes hallaba escrito: La razón de
la sinrazón que a mi razón se hace, de tal manera mi razón
enflaquece, que con razón me quejo de la vuestra fermosura. Y también
cuando leía: [...] los altos cielos que de vuestra divinidad divinamente
con las estrellas os fortifican, y os hacen merecedora del merecimiento que
merece la vuestra grandeza. [...]